Paseo

Caminábamos por las calles sin gente de la ciudad callada, algunas hojas secas nos marcaban el camino, no supimos si era domingo o un simple instante de primavera en otoño.
No teníamos prisa, ni destino al que llegar, nos detuvimos a mirar el agua pasar en la baranda de aquel canal. Sus ojos parecían brillar, el reflejo de la luz en el agua tiño de ternura las simples palabras que nos decíamos. Las mil preguntas de sus ojos. La calma tensión de las miradas
-¿Y si acaso el mundo nos abrazará a los dos? ¿O simplemente no hay mundo más allá de nosotros?- Una caricia en el viento y el aroma de su pelo me impregna el alma. La coincidencia perfecta se sus manos en las mías, un abismo en sus ojos al que sin dudar saltaría. La luna en su sonrisa a plena luz de día, el sabor de su boca y el temblor de la mía.