Entre mi almohada

Te tuve anoche entre mis sabanas y mi almohada, te rocé infinitamente la piel, me bebí de tu boca los más dulces besos y sigo teniendo sed. Te abrasé intensamente, como quién quiere retener algo muy preciado y no volverlo a soltar, te miré, tomé tus manos en las mías y supimos los dos, hermosamente en silencio, que el mundo entero cavia entre nosotros. Me posé apasionado en la luna de tu boca hasta los mínimos suspiros, hasta dejarte casi sin aliento volviendo a darte vida en cada instante. Tu pecho se agito contra el mío, parecía querer salirse, perdimos el límite de nuestros cuerpos entrelazándonos. No supimos que mas decir, pues las palabras se callaron y la voz se hizo gemido, suspiro y anhelo interminable. Volví a empezar innumerables veces y perdimos el sentido del tiempo, el espacio y las fronteras. Estabas ahí, pero desperté y en mi almohada había quedado tan sólo los rastros de ese sueño.