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jueves, 26 de diciembre de 2013

Bitacora 01



Desde esta altura todo cambia de tamaño, las cosas no son como se ven. Este es mi primer viaje en avión, y lejos de la ansiedad y el entusiasmo; me invade un tempestuoso sentimiento reflexivo. Hace ya unos meses se vienen generando pequeños cambios diarios en mi, que sumados al tiempo se hacen grandes cambios en retrospectiva. Quizá sea la famosa crisis de los 30, tal vez sea algo mucho más allá de mi mismo. De estas alturas casi toco las nubes, la luz de la mañana luce más hermosa de lo habitual. Miro desde la ventanilla y siento al suelo alejarse de mi, mientras el techo del cielo se quiere acercar. Pienso en ella, me es inevitable a veces. Cecilia y yo nos amábamos, o al menos eso creíamos los dos. Hace ya unos meses que nos separamos, fue uno de los tantos cambios en la serie infinita que se sigue suscitando desde mis venas. Me encomendé a algo mayor, mis manos cansadas soltaron las riendas de un destino que se escapa y se revela a cuenta gotas. Debe haber algo más grande, que gobierne todo, que nos dé un sentido, un propósito, algo así como el universo mismo, una idea de Dios, un suspiro del tiempo. Lo que sea que fuera, la fuente, la conexión, el tao, o de cualquier manera que pudiera nombrarlo, quiero saberlo, quiero saber la verdad.
¿Por qué conservo recuerdos tan tempranos de la infancia, donde casi no podía caminar? ¿Son recuerdos reales o simples inventos de una imaginación sagaz? ¿Hacia dónde me lleva? ¿ a qué lugar, con que propósito?
De niño solía despertarme temprano y salir de nuestra humilde casa de madera, mientras todos dormían y descubrir el mundo, que en ese entonces era el patio trasero de la casa. Aun recuerdo los sonidos de los pájaros cantar y mis pasos descalzos intentando trepar el viejo árbol del patio que tanto refugio me dio en aquello días. Mamá despertaba y el desayuno era escaso pero apenas lo podíamos notar, mi hermano mayor seguía durmiendo y yo buscando las alturas para ver las cosas desde otro lugar.
Desde este avión revivo esa hermosa sensación de entonces. Ya estamos en la nubes en pocos minutos llegaremos al aeropuerto de Buenos Aires, en una horas más embarcaremos hacia Brasil. Miro a mi lado y la ausente presencia de Cecilia me roba un instante de pensamiento suspendido. Este viaje lo habíamos planeado juntos y ahora los inevitables juegos del destino invitan solo a su recuerdo. A decir verdad lo planifique sólo yo, esperaba fuera una sorpresa con un año de antelación, pero a los pocos meses no resistí y tuve que decírselo. Aun sintiendo en mi que el año iba ser demasiado largo y tal vez ya no existiera un "nosotros" entre los dos. Aunque con ella, esa sensación era constante, me aferraba a sus brazos con entrega y esperanza que a la siguiente mañana la pudiera volver a encontrar. Fueron largas las noches, inmensos los días, hasta que llego ese inevitable instante de no abrazarla más y soltar la idea de que el amor podía conseguirlo todo. Fue uno de tantos cambios, sutiles, profundos, e irreversibles.
Después del amor, o al menos del intento, ya nada puede ser como antes. Debía reinventarme, transformarme, crearme nuevamente, algo así, como nacer otra vez, como morir otra vez. Pero si todo hasta ese momento era una idea que en mis pensamientos fui tejiendo y haciendo levemente realidad, entonces en este nuevo nacimiento puedo cambiarlo todo nuevamente. Como si la vida te volviera a regalar la misma vida desde otro lugar ¿qué hacer esta vez? ¿ qué nuevos desafíos tendré que sortear? De algo estaba seguro esta vez me guía un intenso impulso hacia la verdad, hacia el amor verdad.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Inmersion

Algo sucedió en esos días. Me encontré tirado en la cama sin ánimos de salir a ver el sol, ya había perdido la noción del tiempo que se esfumaba mientras permacia allí, inalterable, inanimado, inmutable. De pronto, como un relámpago de luz, algo empezó a cambiar, como si algo dentro mi comenzara a crecer, una semilla que brota con fuerza. Me levante de la cama, tome algunas cosas y empecé a caminar, solo caminar, mis pasos se hacían mas rápidos y mi velocidad comenzó a incrementarte. Corrí y corrí sin detenerme, luego de varias horas, me detuve, exhausto, pero con una increíble sensación de libertad.
A la mañana siguiente decidí mudarme de casa, el departamento de caballito ya no era un lugar donde quisiera estar, comencé a regalar las innumerables cosas que fui acumulando y jamás fueron útiles. Deje mi trabajo, no tenía la menor idea de por qué lo hacía, me despoje de casi todo, conservando solo lo indispensable, había recuperado la fe en mí, la inagotable fuente de realizar imposibles, había vuelto a ser yo mismo, inciertamente otra vez, sin oponer resistencia, como dejándome llevar por una luz que no se ve pero alumbra a medida que doy un paso. Ahora ya no puedo detenerme, ni confórmarme con caminar, cuando consigo correr, con correr, cuando estoy aprendiendo a volar de verdad. Cada célula de mi cuerpo comenzó a unirse a otras contagiando la intensión de existir al resto de mi cuerpo muerto, nunca estuve tan vivo. ¿Acaso se podría conseguir aun más? Ciertamente sí. Mi mente circular, comenzó a alinearse y descubrí las profundidades de mi alma. Todo se había transformado, comenzaba a surgir mejores versiones de mi mismo con cada instante de tiempo presente. Me subí precipitadamente al vuelo, la sonrisa se tatuó en mi rostro para quedarse allí, había encontrado el tesoro más preciado, había encontrado lo que andaba buscando, lo que muchos están buscando sin ver, me había descubierto en mi infinito potencial.
Al cabo de unos años el mundo se transformo en mi casa, desperté en Bali, desayune contemplando el Mediterráneo. Me deslumbre en las puestas de sol africanas. Me impregne del aire Himalaya, camine por las murallas de China, me bañe desnudo en las cálidas aguas de las playas Colombianas a solas con la luna y la espuma, me vi desde todos los lugares y desde ningún lugar, estuve en todos los rincones donde podría estar, y ningún viaje me llevo tan lejos como este de ir encontrándome en cada nueva respiración.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Utopía desnuda


Desnúdame, desabrocha botón por botón la camisa de mi piel. Acaríciame el corazón, siente su latir, su ritmo, su pasión. Desnúdame los miedos, los fracasos, los sueños que jamás compartí, desnúdame entero, deja al descubierto los tesoros de oro y plomo que hay en mí. Abrázame con tus alas, déjame como un niño vulnerable en el nido de tu amor. Abre los ojos y que nos encuentre la mañana; desnudos y despojados, desprovistos de todo, aferrados y desapegados del mundo, conectados desde la más ínfima célula de nuestro ser. Desnúdate conmigo, descubrámonos, inventándonos desde lo más profundo del amor.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Un dia



Tú tienes una mirada que desnuda. Cuando me encuentras me siento descubierto, con la mas inmensa ternura jamás imaginada por mi volátil mente. Te vi caminar con la mirada perdida y una sonrisa de luna que ilumino la calle y me perdí, de pronto no sabía a dónde ir. Si tuviera el agrado de coincidir con tu tiempo, tu mundo, tu luz, de seguro encontraría la rima, al poema que en tus ojos vi. Tanto espacio, tanta gente, tanto tiempo y yo anhelando ese instante de volver a coincidir. ¿De qué planeta vienes a mirarme así?

viernes, 6 de diciembre de 2013

si me ves

Si me ves abrázame, abrázame con el alma. Hay una huella profunda en ti, tras mi paso atemporal, una huella de paz, de esperanza, aferrada a mi piel en llamas. Abandona los miedos y déjate caer, en el abismo de mis ojos crecen las alas que te envuelven.
Si me ves respírame, mírate en mis pupilas, descúbrete atreves de mi. Aprehenderás, aun sin poder explicarlo, las inagotables posibilidades de tu alma en libertad. Sentirás, al tiempo como una idea irónica, al viento como una caricia, a tu cuerpo como un templo de luz para cuidar, limpiar, para crecer todos los días.
Si me ves, despiértate. Invítame a caminar. Conversa conmigo sin mediar palabra.