La poesía, como una luz, simplemente acontece en el alma, y se manifiesta así misma en pinceladas de inspiración, así como la luna, así como el sol en cada instante de luz, único e irrepetible.
Estos “textos de luz” surgen como respuesta a las innumerables preguntas del amar y vivir, ya planteadas en mi primer libro Vivir para escribirlo: una mirada hacia adentro. Este hermoso viaje de mirarnos el alma, de buscar desde el interior, de reflejarnos como espejos en los demás, de hurgar en lo más profundo del corazón. Nos ha llevado, paso a paso, por la experiencia de existir, siempre nueva y fascinante, a lugares internos invariablemente sospechados, pero por primera vez explorados.
El viaje no ha sido fácil fue necesario en el camino, alivianar el equipaje y soltar todas esas cosas que llevamos a cuestas y nos impiden disfrutar del paisaje. Dejar las impresiones sensoriales, los engaños mentales, las resistencias inconscientes, para arrojar luz sobre esas sombras que solo escondían miedos y dudas; para desnudarlos, para asumirlos, para amarlos, para perdonarnos la simple ignorancia de no haberlo visto antes.
Este tramo del camino, me encuentra liviano y profundo, sencillo y presente, constante y en calma. La llama que se encendió desde “una mirada hacia adentro” es resplandor creciente en estos “textos de luz”. Ser consientes de la oscuridad, romper el velo del ego, conectarse con aquello que siempre estuvo ahí, y que simplemente no nos permitíamos ver. Hallar la verdad, la propia, la calma, la felicidad, la honestidad de vivir para escribirlo, de escribirlo desde el alma, de Ser amor en cada paso, en cada viaje al instante presente, en cada suspiro.
Es mi más sincero anhelo que estos “textos de luz” iluminen el alma del lector impaciente que se acerca curioso a mi mundo, tan igual y tal distinto, y decide acompañarme en este hermoso viaje. Mis mas honestos agradecimientos, primero a Dios por utilizarme como instrumento, y luego a cada una de esas almas que me acompañan día a día. También a todas aquellas que son cómplices, que me leen, que me escriben, que dejan un lugar de espacio y tiempo para las palabras que, como siempre digo, nacen atreves de mí, para ser de quien las lee, que no me pertenecen, solo atraviesan mi alma y vuelven a salir.
Diego Hernán Giménez
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