Confieso que; desde mi planeta, el mundo adquiere una forma diferente. Llevo en el pecho un motor de luz que ha ido evolucionando sorprendiéndome a mí mismo. He amado con locura y pasión, he llorado hasta sentir que se me desgarraba el alma, sentí morir, sentí nacer, sentí volver a morir, y sentí volver a nacer (ya no sé cuantas veces). He leído hermosos libros, y conocido hermosas almas guía a quienes amo. Me perdí, me encontré. Viaje hacia lugares bellísimos para finalmente encontrar el edén mirando hacia adentro. Desde mi planeta, el reloj trasciende su propio tiempo y me da intensos años, que parecen enormes y largos y sin embargo aquí en la Tierra voy recién llegando a los 30. No sé cuántas vidas llevo pues no cuento mis nacimientos, ni mis muertes. He sido lo que tuve, he sido lo que hice para dejar de Hacer y dejar de Tener y nacer simplemente Siendo. Deje de Tener amor, deje de Hacer el amor, para pasar a Ser amor en verbo. Salte desde la orilla, navegue hacia nuevas islas y aun así sigo sintiendo la energía renovada, como el niño que juega en su planeta sin importarle el tiempo.
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